miércoles, 6 de junio de 2012

Nos comunicamos para transmitir una idea. Y nosotros debemos ser los primeros en tenerlo claro. Antes de cada comunicación, tenemos que pensar qué es exactamente lo que queremos decir. Tenemos que poder escribirlo en una sola frase, una frase que debemos tener presente en todo momento. Si no somos capaces de hacer ese ejercicio de concreción, o no tenemos nada que decir, o lo que tenemos decir es demasiado complejo, debemos reformularlo.
Cuando queremos decir demasiadas cosas corremos el riesgo de que ninguna llegue con claridad. Se diluye el mensaje y las ideas acaban compitiendo unas con otras.
Eso no significa que nos limitemos a exponer una única idea. Significa que el resto de explicaciones tienen que estar a su servicio. Cualquier argumentación, ejemplo o detalle tiene que girar en torno a la idea principal, que tiene que ser la que queremos que la gente finalmente recuerde.
Tener una única idea en mente, tenerla clara y concentrarse en ella es la única garantía de poder llegar a la gente. Y no es suficiente con tener una única idea. Además tiene que ser valiosa. Grande. Original. Una nueva idea o una nueva visión de una idea ya conocida.
Debemos ofrecer algo especial. Porque la gente que nos escucha nos dedica un tiempo precioso y, a cambio, debe poder sacar algo que merezca la pena.
Nuestro mensaje no sólo debe ser uno, también tiene que ser nuevo e interesante.

Nosotros podemos brillar con una única idea, valiosa, que sea recibida por la gente que nos escucha como un verdadero regalo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario